La innovación en cualquier compañía o entidad, incluida la Administración Pública, tiene que estar presente en el día a día, de forma cotidiana y que pueda surgir de cualquier persona o departamento. Cuando la innovación fluye de forma natural y se tiene interiorizada como cualquier otra actividad habitual del negocio, la evolución es constante y el aprendizaje inherente a la misma permite el crecimiento de los equipos y, por ende, de la propia compañía.
Si tuviera que destacar alguna, sin duda, seleccionaría la plataforma de analítica jurisprudencial predictiva (www.jurimetria.es), que permite al jurista explorar y analizar de forma intuitiva información nunca antes disponible como los parámetros más relevantes en torno a un proceso judicial concreto, incluyendo duración estimada, probabilidad de recurso y predicción de su resultado, trayectoria del juez o magistrado encargado, líneas jurisprudenciales en torno a la temática planteada, argumentaciones con más probabilidades de éxito en un contexto procesal concreto así como conocimiento de los antecedentes, experiencia y planteamientos argumentales de la contraparte o la empresa parte en el litigio en casos similares.
Decidimos leer y analizar con Inteligencia Artificial, millones de resoluciones judiciales, para extraer los principales parámetros, indicadores, tendencias y patrones, que permitieran ayudar al abogado a responder a alguna de las cuestiones que más inquietan a sus clientes como son las probabilidades de ganar un caso o la posible duración del procedimiento.
En Jurimetría hemos trabajado un equipo multidisciplinar durante varios años, para conseguir convertir los millones de páginas de sentencias judiciales en gráficos interactivos. Hemos aprendido mucho, junto a los abogados y otros operadores jurídicos, para entender qué tipo de innovación les resultaba verdaderamente útil y les ayudaba en su día a día.
Adicionalmente, y como nuestro trabajo consiste en desarrollar soluciones tecnológicas para facilitar el trabajo de los abogados, también hemos ideado proyectos interesantes como ComplyLaw (www.complylaw.es), un completo sistema de gestión de cumplimiento y evaluación del riesgos legales que recientemente se ha completado con un Canal Ético para la aplicación de la Directiva Whistleblowing o ContractBox (www.contractbox.es) que permite gestionar de manera integral todo el flujo de vida de los documentos de una firma, desde su creación, pasando por la fase de validación y firma en la que intervengan tanto clientes internos como externos, y todo ello, con un completo sistema de alertas legales para garantizar la actualización de los modelos o plantillas legales de una entidad.
Si nos centramos en el ámbito de mejorar la experiencia de usuario del cliente o un producto o servicio, siempre trabajamos con metodologías ágiles y en contacto continuo con nuestros clientes (Lean agile) para garantizar que cualquier idea responde realmente a una necesidad del cliente antes de su implementación. Además, nuestros equipos son totalmente multidisciplinares, lo cual nos garantiza que analizamos la implantación de la novedad desde todos los ámbitos y perspectivas.
En productos de software para profesionales jurídicos siempre tenemos una fase inicial en la que la idea innovadora se “diseña” gráficamente y hacemos diversas sesiones o utilizamos herramientas y metodología para acercarnos al cliente, definir correctamente los desarrollos, probarlos y saber cuándo se convierten en un “producto mínimo viable” para su puesta en el mercado.
Siempre tenemos muy presentes a los destinatarios de la innovación y lo primero que hacemos es garantizar que esa idea innovadora realmente cubre una necesidad concreta, pero sobre cómo ponerla en marcha nos preocupa mucho el lograr hitos alcanzables, donde ponderamos el esfuerzo, el tiempo y cómo podemos llegar a una solución adecuada en cada caso.
Hay que fomentar la creatividad en todas las organizaciones y en todas las personas. Deberíamos cuestionarnos más lo que hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos. Si fluye la creatividad nos anticiparemos a los cambios o a dar solución a ciertos problemas, pero a la vez, debemos prestar atención a la forma de “aterrizar” una idea creativa para que realmente pueda convertirse en innovación de éxito, siempre en un entorno limitado de recursos y tiempo. No es un ejercicio fácil, pero si lo practicamos, incluso incrementaremos la propia creatividad.
Me gusta mucho leer buenas prácticas, escuchar y aprender de lo que veo en el mercado en general y sobre todo en las iniciativas provenientes de otros países, que todavía no se han implantado en España.
También considero que es necesario estar en contacto con nuestros clientes de forma constante, es crítico identificar claramente cuáles son sus necesidades o “puntos de dolor”, escucharlos es clave para poder determinar hacia dónde debemos orientarnos.
Y, como no, hablar y oír lo que piensan todas las áreas de la compañía, porque cada uno, conoce a la perfección su entorno de actuación y la suma de todas sus opiniones permite tener una visión global de cómo podemos mejorar.
Se puede innovar en muchos ámbitos. El alcance de la innovación debe ser global. Una compañía puede innovar para mejorar su oferta de valor en sus productos o servicios dirigidos a sus clientes o en la experiencia de usuario, pero también puede realizar innovaciones en sus procesos internos para optimizarlos o hacerlos más eficaces, e incluso para involucrar mucho más a los equipos.
Toda innovación origina mejoras en nuestro cliente final, incluso aquellas ideas que se circunscriben al ámbito interno.
Escuchar antes de tomar ninguna decisión. Y escuchar a todos los implicados en un problema, identificando desde todas las perspectivas las posibles soluciones, sus pros y contras. La creatividad en la innovación puede surgir de cualquier persona, pero adoptar la solución más acertada es consecuencia de un análisis en equipo por perfiles diferentes y con carácter multidisciplinar.
He vivido muchas experiencias en las que no ha funcionado una idea innovadora y la causa principal, en la mayoría de los casos, ha sido por no haber estado cerca del destinatario final de la idea, en la fase de su concepción o en la fase de validación.
También nos han fallado innovaciones muy interesantes porque el mercado o el cliente no estaba realmente preparado para ellas. Y ha sido al cabo de los años cuando esas innovaciones, en un mercado más maduro, han podido adoptarse.
De todas las ideas innovadoras sabemos que algunas no van a tener el éxito que esperamos, pero de todas, aprendemos y muchas veces, los errores nos ayudan a evolucionar mejor y más orientados.
En mi experiencia, de muchas iniciativas fallidas llega la verdadera innovación.
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